dilluns, 29 de juliol del 2013

Comentario de El principito de Antoine de Saint-Exupéry

PARTIR, APRESURARNOS, DARNOS CUENTA, ENCONTRARNOS... EL PRINCIPITO



Partir es bueno aunque no sepas si volverás a regresar algún día. Conocí a El Principito hará ya 4 años y su huella aún respira muy profundo en mí. El Principito se divertía mucho en su mundo, amaba cuanto tenía pero era joven, demasiado joven y necesitaba explorar lo que había fuera de su mundo, pues él lo veía muy pequeño y para valorarlo tenía que ver que lo que se perdía era peor que lo que tenía. Así un día, EP partió apenas sin avisar, recogió sus ganas de mundanear y se fué, dejando sus 3 volcanes y su flor, su rosa quién lo apoyó des de el principio en su viaje como si tal cosa pero quién lo lloró en silencio.




Nos apresuramos en vivir metódicamente y nos olvidamos de disfrutar la vida. El Principito conoció mundos nuevos, divertidos y extraños que lo dejaban atónito y que a su vez lo hacían sentir afortunado porquè veía que su Mundo pese a ser pequeño y limitado era mejor que aquellos. Conoció personas mayores que pensaban cosas estrañas y que perdían el tiempo sin vivir, sin disfrutar del presente y de la vida. Cada persona mayor que conocía le hacía recordar cuánto echaba de menos su Mundo.






Nos damos cuenta de que ya teníamos lo que queríamos cuando lo perdemos. El Principito llegó a la Tierra y allí es dónde pudo hacer el mayor aprendizaje de todos. Aprendió que hay cientos de miles de rosas iguales a la que él pensaba que era única, su rosa; pero que pese a eso había algo que hacía especial a su rosa y es que era suya y por ser única era doblemente preciada. Aprendió que domesticar algo que es común es maravilloso y hace que sea único pero que "corres el riesgo de llorar un poco". Es el riesgo de "domesticar".


Cuando encontramos ese lugar que nos hace sentir nosotros mismos, ahí encontramos la felicidad. El Principito decide regresar a casa con todo su aprendizaje, amando más que nunca a sus 3 volcanes y a su flor. Su vida allí era maravillosa, no porque fuere extraordinaria, sino porque era suya y eso valía más que ciento de aventuras, de lugares y de cosas desconocidas. Su Mundo, en realidad, es su vida, su esencia y él mismo.

Hoy me siento como esa rosa que apesar de ser abandonada volverá a brillar en el corazón de El Principito cuando éste regrese.

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